Balneoterapia

Balneoterapia

Balneoterapia en Balneario de Ledesma

Desde la más remota antigüedad, el agua ha sido considerada como fuente de vida y de salud. De esta suerte, su uso aparece como remedio terapéutico (y nace el concepto balneoterapia), en todos los pueblos, paradigma de las grandes culturas que se han sucedido a lo largo de la historia: Sumerios, Babilonios, Egipcios, Vedas, Griegos, Romanos, Árabes…

En la antigua Roma los complejos termales alcanzaron la condición de grandes monumentos. Ejemplos de ello son las Termas Romanas de Tito, Caracalla, Constantino etc. dotadas de magníficas y lujosas instalaciones como atestiguan sus ruinas.

El legendario poder del agua termal en los Baños de Ledesma

20 siglos nada más y nada menos avalan al manantial que alimentan los Baños de Ledesma: documentadas por romanos, árabes e ilustrados españoles, siguen despertando el interés de expertos atraídos por su química y su alta temperatura, que sitúan al manantial como uno de los más profundos y singulares del mundo

Que el agua termal del Balneario de Ledesma es un tesoro natural, de propiedades y cualidades únicas y extraordinarias para la salud, es un hecho irrefutable, avalado no solo por su catalogación en mayo de 1886 como Bien de Interés Minero Medicinal «del Reyno de España», sino por los testimonios directos de miles de clientes que a lo largo de esta prolija historia han pasado por estas instalaciones a orillas del Río Tormes, en ese viejo camino auxiliar en la Ruta de la Plata que comunica la medieval Villa de Ledesma como la monumental e ilustrada Salamanca, cuna de universidades en Europa.  Tal vez esa ubicación e ilustración hizo que estas aguas fueran estudiadas y explotadas por todos los pueblos y épocas, desde vettones a la Hispania romanizada, árabes… hasta nuestros días, donde su leyenda sigue atrayendo a cientos y cientos de personas cada año en busca de salud, descanso y bienestar.

Sobre el origen de este agua termal

El primer apunte que es necesario hacer es que el agua termal proviene del interior de la tierra… y nunca llega a mezclarse con el agua de la Cuenca del Tormes. Es puro y llega después de realizar un misterioso viaje de muchos kilómetros por canalizaciones ocultas. El agua se va filtrando años y años en lo más profundo, absorbiendo de manera caprichosa los minerales que le confiere el terreno. Eso le aporta un alto contenido mineral y unas características físicas y químicas especiales:  sulfurada, bicarbonatada y clorurado sódica. Además, cuenta con otra característica, su temperatura es hipertermal pues brota a 46,4ºC… quema cuando sale.

Sus propiedades organolépticas le dan un sabor insípido, ese característico olor a huevos podridos, y es incolora. En su composición química predominan como sustancias disueltas los aniones cloro (Cl– )y Bicarbonato (CO3H–) y el catión Na+.

La situación de las salas de tratamiento balnero-terápico, al lado de la surgencia, y la existencia de conducciones directas desde el manantial a cada uno de los tratamientos termales, asegura su uso sin que pierda ninguna de sus propiedades terapéuticas. Debido al alto contenido en sulfuro y a su temperatura, estas aguas están indicadas en el tratamiento y prevención de diversas enfermedades entre las que cabe destacar: Afecciones respiratorias: de vías altas (faringitis, amigdalitis, sinusitis…) y de vías bajas (EPOC, asma, neumoconiosis…) Afecciones reumáticas: reumatismos degenerativos (artrosis), reumatismos inflamatorios (artritis, espondilitis), reumatismos periarticulares (tendinitis, neuralgias…) Secuelas postraumáticas y quirúrgicas de fracturas, esguinces, luxaciones; Afecciones neurológicas: polineuritis, poliradiculitis, secuelas de hemiplejias; y Afecciones dermatológicas: eczema, psoriasis. Gracias a estas propiedades, el Grupo Montepío se ha lanzado recientemente a comercializar una línea de cosméticos que pone en valor las mismas con productos que aúnan salud y belleza.

Las aguas del balneario de Ledesma están catalogadas como sulfurado sódicas, bicarbonatadas, magnésicas; de baja mineralización e hipertermales, pues surgen a 46ºc.

 

 

Un estudio de los profesores Andrés Sánchez y Sánchez San Román, editado por la Universidad de Salamanca, ahonda en la explicación científica del “flujo hidrotermal surgente en el Balneario de Ledesma” y las razones que explican la composición química del agua y de porqué es una de las más cálidas de los balnearios del mundo. La conclusión es que no hay milagros, únicamente las realidades de los tratamientos con esas aguas, que son los que hacen que la gente mejore de sus patologías, se siente más sano, respire mejor, pase mejores inviernos…frases que sin duda hemos escuchado muchas veces a los residentes asiduos al Balneario de Ledesma. El boca a boca de bondades para la salud ha sido siempre la mejor herramienta de comunicación de esta estación termal, incluso hoy, en tiempos de redes sociales.

Según este estudio, el agua de Ledesma sale por un punto de descarga con elevada temperatura, 45 grados, sulfurada y con alto contenido en flúor: “se trata de un flujo profundo, de gran amplitud, que debe alcanzar una profundidad de varios kilómetros (muy por debajo del cauce del río Tormes), en incluso en ese distante lecho subterráneo fluye con temperaturas próximas a 100 grados”. Es decir, desde donde está hasta la superficie sufre en su camino hasta la superficie una baja de 55 grados, un hecho significativo. El agua va del Sur de Baños de Ledesma al Norte, favorecido por una cizalla dúctil Juzbado-Penalva do Castelo, que actúa como barrera impermeable, de protección. Las entradas de agua al sistema se cree que llegan en la fosa de Ciudad Rodrigo. En la cizalla, los materiales metamórficos son gneises glandulares y micaesquistos de alto grado. El estudio asegura que no existe una conexión hidráulica entre el manantial termal y el agua del Tormes, puesto que en el río los análisis dan componentes químicos muy concretos que no aparecen en el que se usa en los Baños de Ledesma.

Durante siglos, el Balneario de Ledesma utilizó el agua que surgía espontáneamente en forma de manantial, pero desde 1986, se realizó una captación subterránea para conseguir bombeos contiguos, de 24 metros de profundidad, que aportan -según épocas- aproximadamente 4.290 metros cúbicos al día, unos 5 litros por segundo, fundamentales para una actividad balneroterápica compatible con valor natural de este rico acuífero. En cuanto a las características geoquímicas, a pesar que esos siglos de explotación del manantial, el primer estudio riguroso y completo no se hizo hasta diciembre de 1957, cuando ya algunos mineros habían iniciado las “peregrinaciones curativas” a esta bella dehesa de Salamanca. Según este último estudio, apoyado por la Universidad de Salamanca, “el agua del balneario es bicarbonatada sódica, poco salina, en su composición aniónica, aunque predomina el CO3H, presenta cantidades apreciables de SO4 y de Cl, mientras que en los cationes predomina el Na+, con concentraciones excepcionalmente bajas de los otros cationes mayores Ca y Mg, inferiores a 10, mg por litro. No obstante, la característica más peculiar es el elevado contenido en F (entre 11 y 16 mg litro); y la conductividad, alrededor de 600 mS/cm, es coherente con la salinidad del agua”.

Lo que más llama la atención a los químicos es la baja salinidad, pese a su alto contacto con la roca a baja profundidad –podría ser por un intercambio sin pérdidas de otro tipo con materiales arcillosos-.  Y que dos manantiales vecinos, el de Fuente Cagalona y Fuente Molino, no consiguen las mismas características. La primera, la temperatura baja a 18 grados, lo que indica que en el Balneario de Ledesma brota de una manera muy directa, sin perder calor; y la segunda pierde salinidad y flúor, lo que le confiere un discurrir menos profundo.

Pero ¿es un bien inagotable el manantial del Balneario de Ledesma?

Más de dos mil años de documentación avalan esta surgencia. Los misterios de la Madre Tierra tienen la respuesta, pero garantizado el uso responsable, y el mimo expresado en los controles y usos, sobre el agua los científicos consideran que ha podido modificarse la salinidad en el discurrir de las épocas, aunque los últimos años permanece estable, con excepción de un año (87-88), posterior a su captación subterránea, aunque ya corregida por la naturaleza.

En 1744, el gran erudito español, Diego Torres de Villaroel (escritor, médico, matemático y catedrático de la Universidad de Salamanca) quedó prendado por las aguas de nuestro Balneario, por su naturaleza, temperatura y quimismo, pero también por sus propiedades terapéuticas, sus aplicaciones. Y de ello dejó constancia en su obra: “El calor es fuerte, se puede tolerar, aunque es intenso… como el olor a azufre, que hace espuma”. Tanto es así que el genial hijo de librero salmantino, admirado por Quevedo y Borges, terminó por dar respuesta “a la magia del agua” y legarnos un manual que explica con detalle las enfermedades que pueden curarse, los modos de administración, la terapéutica… El Estado no fue ajeno a bien y las aguas fueron declaradas de Utilidad Pública.

Los tratamientos que se imparten en las diferentes salas balneoterápicas -Aerosoles ultrasónicos, Inhalaciones nasales, Inhalaciones directas o bucales, Duchas nasales, Pulverizaciones faríngeas, Baños de hidromasaje de 4 y 24 jets, Baños de burbujas, Duchas circulares de hidromasaje, Duchas de columna, Piscina termal con duchas de inmersión de masaje secuencial, Chorro local y total, Estufas, Maniluvio, Pediluvio, Parafangos y Masajes-, son aplicados por auxiliares de baños según la prescripción realizada por Médicos especialistas en Hidrología Médica.

Curiosidades

Como apunta el experto y colaborador del Balneario Francisco Blanco en su libro monográfico dedicado a los Baños de Ledesma, “entre las aplicaciones más curiosas” que se han documentado en el pasado sobre las aguas figura el de la fertilidad femenina, muy probablemente por la simbiosis que juegan la tradición y realidad curativa y la magia y la superstición de los pueblos a lo largo de la historia, que en muchas culturas ibéricas (celtas, vettones, romanos…) asociaban al agua a la magia de las liturgias y a la propia fecundidad de la Tierra. Un mito que corrió como la pólvora a finales del XIX, principios del XX, ayudado por las damas de compañía que acudían al balneario, durante las vacaciones de los pudientes de entonces que tenían acceso a las vacaciones terapéuticas de lujo en aquel tiempo.

Otro apunte histórico destacado es que, por las ruinas, restos y estudios sobre el terreno, se cree que los romanos montaron una piscina natalis de 960 pies cuadrados, con cinco pilas subalternas, comunicadas y dentro de un edificio suntuoso, según recoge José López en un estudio de 1885. El de los árabes fue inferior, de 693 pies. López concluye entonces: “La acción prolongada del agua activará y generalizará  sus efectos haciéndolos extensivos no solo a las enfermedades cutáneas, escrofulosas, gotosas y las reumáticas, que la experiencia tiene justificado, sino a las que por inducción de la composición mineral del agente debe serlas útiles”.

“El uso medicinal de estas aguas, sube a la antigüedad más remota. Se conservan restos de termas romanas, que fueron destruidas; y hay tradición de haber restablecido los baños de Ledesma, un moro llamado Cepha”, dice Pedro María Rubio, en su Tratado de las Fuentes de España, en 1853.

Uno de los servicios balnero terápicos más apreciados y con más tradición en los Baños de Ledesma es el servicio de inhalaciones. Su uso se remonta también a tiempos remotos, cuando ya los “sabios” animaban a los bañistas y enfermos a respirar los vapores de las aguas que brotaban del ancestral manantial. Este conocimiento, apoyado en otros tratados científicos posteriores, como los escritos por Alfonso Limón Montero o José Colmenero, en el siglo XVII, o el más conocido del que fuera una de las figuras doctas más sobresalientes en el exclusivo Gremio del Claustro de Profesores de la Universidad de Salamanca, Diego Torres de Villarroel,  que las elevó al selecto grupo de “las más afamadas del reino”.

Eran otros tiempos, sin distorsiones en publicidad y marketing, pero que hicieron del Balneario de Ledesma un lugar de peregrinación en torno al agua y a una evidencia que va más allá de la fe: la eficacia de la hidrología médica. Esa fama, las convirtió en reclamadas y valoradas para tratar afecciones en nariz, laringe, tráquea y bronquios; asma bronquial, laringitis, sinusitis, catarros crónicos, asma, etc… hasta las bronquitis crónicas del fumador o el tabaquismo, más de nuestros días.  Los mineros asturianos, por ejemplo, tienen una larga tradición de peregrinación a esta estación para «curarse» de afecciones laborales varias. En todas ellas,  la terapia termal con agua sulfurada supone un importante apoyo al tratamiento tradicional con resultados muy positivos en un gran número de casos.

En los años 80 y 90, en tiempos de Pedro Delgado y Miguel Induráin, fueron varios los equipos ciclistas y deportistas, incluidos los citados, y de otras especialidades deportivas que llegaron a Ledesma convencidos de mejorar con sus estancias la capacidad pulmonar a la hora de preparar pruebas competitivas muy concretas y exigentes.

Rápido efecto en los pacientes 

Los responsables de los servicios médicos y de inhalaciones del Balneario de Ledesma señalan en su informe que “de todos los tratamientos disponibles para estas afecciones respiratorias: aerosoles, ducha nasal, ducha microlizada, baño de vapor, sauna nebulizada e inhalación, es la inhalación, la que tiene una mayor demanda y la que tiene un efecto más rápido en los pacientes”.

La inhalación es básicamente el vapor de agua sulfurada proyectado directamente sobre nariz y boca. Los equipos que dispone el balneario de Ledesma son de última generación y garantizan la correcta aplicación del tratamiento. La técnica hace llegar los efectos beneficiosos de las aguas al árbol respiratorio de forma general, y a las vías respiratorias bajas en particular. La técnica resulta muy eficaz para un amplio abanico, como la deshabituación tabáquica, los procesos alérgicos y asmáticos de los niños, etc. Está demostrado que sobre las mucosas ejerce un efecto similar que sobre la piel: hidrata, dilata los vasos sanguíneos, depura y calma.

El tipo de agua termal de elección en las distintas patologías del árbol respiratorio, tanto vías superiores como inferiores, es la sulfurada. Esto es así porque el azufre es un componente mineral esencial para el buen funcionamiento de las células de revestimiento de la mucosa respiratoria, de la producción de moco y de la actividad ciliar (los cilios son elementos que con su movilidad favorecen la eliminación del exceso de moco y con él arrastrar hacia el exterior los gérmenes que provocan distintas infecciones).

Nuestros expertos señalan que las aguas sulfuradas mejoran la circulación local, lo que se traduce en una mejoría del trofismo de los tejidos, acción antinflamatoria, efecto antitóxico, cicatrizante. Asimismo tienen acción mucolítica y excito-secretora. Esto les hace especialmente indicadas en diversos procesos crónicos como son las rinitis cránicas (vasomotoras, alérgicas), faringitis, sinusitis, laringitis, bronquitis crónicas, asma.

Para la aplicación de las aguas en el Balneario se usa la forma de vapor y la de spray, que se diferencian por el tamaño de la gota de agua. Para el vapor se usan los aerosoles y las inhalaciones, si es aplicación local, y las estufas si es general. En estas técnicas el tamaño de la gota es más pequeño (hasta 5 micras) y homogéneo, permitiéndonos llegar más lejos en el árbol bronquial.

Para el spray usamos las duchas y pulverizaciones. Aquí la gota de agua es más gruesa y nos permite un mayor efecto de limpieza en vías altas (nariz, faringe).

Sabedores de que muchos de nuestros clientes aprecian estos tratamientos con inhalaciones especialmente en invierno y primavera, por la mayor incidencia sobre el aparato respiratorio, el Balneario de Ledesma abre sus puertas cada año al comienzo de la primavera, prolongando su actividad hasta principios de diciembre.

Para cualquier consulta o reserva no dude en llamarnos al teléfono 923 149 100.

*Este trabajo ha sido compilado por Alberto Argüelles, director de Comunicación del Grupo Montepío de la Minería Asturiana recurriendo a varias fuentes documentales citadas en el texto y al propio Servicio Médico del Balneario, cuya responsable es Encarna Montejo.